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miércoles, 27 de junio de 2012

El rey burgués V/S El artista burgués


Si pensamos en el dicho católico: “la necesidad tiene cara de hereje”; podemos pensar en el poeta que nos presenta Rubén Darío; pero la pregunta es, ¿qué necesidad tenía este poeta?, unos pueden pensar que su necesidad era fisiológica, otros pueden omitir los primeros peldaños de la pirámide de Maslow (también llamada Jerarquía de las necesidades humanas, es una teoría propuesta por Abraham Maslow en su obra Una teoría sobre la motivación humana en el año 1953; esta teoría sicológica plantea una jerarquía de las necesidades humanas, diciéndonos que mientras estén satisfechas las necesidades básicas, los seres humanos desarrollarán necesidades y deseos más elevados[1]) y sentir que la necesidad de este poeta es artística, esa necesidad que muchas veces hace transar los principios por una pisca de escenario o por un aplauso tardío. Para el artista, su necesidad básica será siempre la alabanza del público, por diverso y ajeno que este sea.
El rey burgués es un cuento del libro “Azul”, publicado por primera vez el año 1888 en la ciudad de Valparaíso, este libro es considerado uno de los más importantes y característicos del Modernismo. Cuando hablamos de las vanguardias, muchas veces ignoramos que hay tres que se desarrollaron en nuestra cultura latinoamericana, como lo son el Creacionismo con Vicente Huidobro, el Movimiento Antropófago con los brasileños Andrade, Do Amaral, entre otros y el Modernismo. Este último movimiento es muy importante, ya que marca un precedente para los otros dos, como principales características encontramos un rechazo a lo aristotélico (rompiendo las unidades de tiempo, espacio y acción), el uso de la mitología, la reivindicación de las temáticas indígenas dentro del arte, una rebeldía contradictoria y un profundo rechazo a la burguesía.
Este cuento se caracteriza por lo contradictorio, ya que a pesar de ser un drama, Darío lo cataloga como un “cuento alegre”; es la historia de un poeta que se ve obligado por un rey “burgués” a maniobrar una caja de música. El poeta acepta la tarea, tan solo por la necesidad que provoca el hambre, pues no estaba desarrollándose en ningún lado… como dice Quelentaro: “cesante, hermano carnal del hambre y pariente lejano de la muerte” Esta tarea que no lo satisface lo lleva a la muerte solitaria de un artista incomprendido, un artista que viene del mundo burgués y muestra su arte para, por y en el mundo burgués; no obstante, este artista se desentiende del mundo que lo concibió.
Rubén Darío apellida al rey con el adjetivo de burgués, pero,¿qué es burgués?; sabemos que la burguesía nace en la Edad Media, siendo el gentilicio de los habitantes de los burgos, pequeños poblados independiente a los feudales, donde se generaba la economía. Los burgueses reaparecen en gloria y majestad el año 1798, cuando sucede la Revolución Francesa, este grupo fue el artífice del derrocamiento del rey Luis XVI; por lo tanto estamos frente a una contradicción, porque se nos presenta a un rey con su antítesis; se supone que la burguesía quería derrocar la Monarquía por los vicios que había en ella, siempre intentando llevar al pueblo a una justicia social, de ahí la frase de Montesquieu, donde estaban presente los conceptos de libertad política, de  fraternidad y de igualdad[2], o de rechazo a una sociedad dividida, o las nuevas teorías políticas sobre la separación de poderes del Estado; sin embargo, tenemos un rey burgués, quizás porque realmente la historia nos comprueba que no eran contrarios, sino que la burguesía quería tener los poderes económicos, políticos y sociales característicos de la monarquía. En este punto recordamos la teoría del “Materialismo Histórico”, en la cual la burguesía se caracteriza por las relaciones sociales de producción, cumpliendo la función de la clase dominante frente al proletariado, quienes son los dominados; la acumulación del capital de la burguesía se produce por la dominación sobre el proletariado.
Sabiendo las características de un burgués, entendemos que Rubén Darío quiso mostrar a un rey grotesco y burdo, preocupado de las cosas superfluas; poseedor de riquezas, excentricidades, lo cual lo convertía en un rey particular, pues siempre buscaba la satisfacción, era un hedonista por naturaleza. Un buen día, aparece un poeta, el rey queda sorprendido, pues no sabía qué era lo que un poeta realizaba; es ahí cuando quiso hacerse de él, ya que no podía dejar de pasar por alto la oportunidad de tener uno y así aumentaría su lista de objetos. El poeta intentó convencer al rey sobre las características estéticas que tenían las obras de arte, le habló de los principios morales y de los contextos de producción; eso al rey no le importó y lo envió a hacer una tarea que no era para él, el poeta estaba hambriento y no dudó en hacer lo que el rey ordenaba por un poco de comida. Nuestro poeta realizó la misma tarea hasta el día de su muerte, siendo esta solitaria: “…al pobre diablo de poeta, como gorrión que mata el hielo, con una sonrisa amarga en los labios, y todavía con la mano en el manubrio…[3](Extracto del cuento “El rey burgués” de Rubén Darío).
Marta Traba, en su “Teoría de la Resistencia”, nos muestra dos posturas dentro de los artistas: una trata al artista como un ser  independiente y otra, como un ser  político; sin embargo,  ambos artistas siguen produciendo sus obras dentro de una misma clase social y política: la burguesía. ¿En qué  momento se transan los principios y nos vemos obligados a transformar nuestro arte en beneficio de los poderes económicos y no en beneficio de lo que nosotros queremos? Si el artista político tiene sus ideales claros, entonces debiera mostrar su arte al pueblo; pero hay varios artistas que niegan esta oportunidad aludiendo al no entendimiento de la obra, la falta de cultura y la ignorancia que tiene el pueblo; en este punto parafraseo a Paulo Freire, quien dijo una vez: La cultura no es atributo exclusivo de la burguesía. Los llamados «ignorantes» son hombres y mujeres cultos a los que se les ha negado el derecho de expresarse y por ello son sometidos a vivir en una «cultura del silencio”[4]. Por lo tanto, nosotros como artistas, tenemos la obligación moral de mostrar la cultura al pueblo, de educarlos en la lucha de clases, y esto será mucho más didáctico haciéndolo través del arte.
Sin embargo, vemos en este cuento a un artista buscando cubrir sus necesidades, incluso a costa de su dignidad, como dice Traba: “(el arte) Concebido como un servicio con el destino expreso de dar satisfacción a la burguesía y al mismo tiempo de presentar los valores y puntos de vista de un mundo burgués…”; por lo tanto vemos que los artistas juegan con la muerte, queriendo desprenderse de la burguesía por una parte y por otra, siguiendo con el arte para y por ellos. Por esto Traba nos dice que: El artista actual sigue siendo burgués y continúa expresando el mundo de la burguesía”.[5]



Débora Castillo



[1] Abraham Maslow, “Teoría sobre las necesidades humanas”, Editorial Kairos, España, 1953.
[2] Montesquieu, “Del espíritu de las leyes”, Alianza Editorial, Madrid, 2003.
[5] La cultura de la resistencia. Fernando Alegría,  “En Literatura y praxis en América Latina”, pág. 49-80, Caracas, 1974.

martes, 26 de junio de 2012

El valor del poeta



El cuento El rey burgués  se publicó por primera vez en 1887 en un diario de Chile con el nombre de Cuento alegre y luego  en 1888 como la primera novela de la primera edición del tono Azul en el capítulo Cuentos en prosa. En esta edición el texto ya apareció con el título El rey burgués y el Cuento alegre ya pasaba a convertirse en subtítulo.
Este cuento es un ironía desde su titulo hasta el final, ya que en primera instancia hace alusión a un cuento alegre cuando en realidad nos narra la triste historia de un poeta considerado parte de una colección en el jardín del rey que es condenado a morir congelado por un filosofo por parecer una persona de poco o casi nada de valor.  Bueno, esta actitud desesperada que se tiene hacia los poetas no solo se ve en este cuento, lo refleja de forma adecuada el prologo del poema del Niágara de Juan Antonio Pérez Bonalde hecho por José Martí donde nos describe los tiempos ruines para los hombres que sacan sus sentimientos y pensamientos del alma, donde se refiere a los poetas como “pálidos y gemebundos” (véase en el prologo del Poema del Niágara de Juan Antonio Pérez Bonalde de José Martí, pág. 1).
El rey burgués se refiere también a la posesión de objetos valiosos que posee el rey en su poder, oro, sabios de todo el mundo, libros, etc. pero que no son valorados en realidad por él, sino más bien los tiene por el gusto de tenerlos, son objetos y personas que no necesita para sobrevivir ni para entretenerse solo para mirarlos y contemplarlos. Al igual que Rubén Darío, José Martí también nos habla de las personas que tienen la absurda necesidad de poseer comodidades y cosas valiosas pero que no son valoradas intelectualmente como se debiera, cuando dice: ”¡Ruines tiempos, en que no priva más arte que el de llenar bien los graneros de la casa, y sentarse en silla de oro, y vivir todo dorado; sin ver que la naturaleza humana no ha de cambiar de cómo es, y con sacar el oro afuera, no se hace sino quedarse sin oro alguno adentro!” véase en el prologo del Poema del Niágara de Juan Antonio Pérez Bonalde de José Martí, pág. 1) nos trata de hacer ver que el tener cosas de insuperable valor nos hace el olvidar el verdadero  valor de la vida y la naturaleza del ser humano, nos dice que debemos sacar a flote nuestra voz interior para expresar los sentimientos.
Es importante también analizar la figura del filósofo que en este cuento, la importancia que tiene su decisión en cuanto al rey, la facilidad de poder emitir un juicio sobre los artistas que eran llevados al castillo y la seguridad que se logra reflejar cuando sugiere condenar al poeta. ¿Por qué esta seguridad, este poder de enjuiciar a una persona? Lógicamente es por su historia, por la importancia que siempre se le dio a la razón y la verdad absoluta del mundo. Desde el tiempo de los griegos los filósofos han sido las personas más influyentes en la vida de la realeza por lo que son considerados los poseedores de la gran verdad. Esto se puede comprobar cuando Platón en La República, expulsa a los poetas de la ciudad por considerar que la poesía era subjetiva e inadecuada para enseñar. Sin embargo, no todos los filósofos tuvieron ese pensamiento ególatra, existió un grupo que perteneció a las escuelas morales helenísticas cuyo objetivo era enseñar a mujeres y niños el arte de la vida. Entre ellos se pueden destacar a  Epicuro Diógenes e Hiparquia quienes a pesar de no tener un espacio dentro de nuestra educación tuvieron un papel importante dentro de la sociedad de ese entonces.
José Martí por su parte, pone a la naturaleza como contradicción a todo lo que es lógico, en consecuencia los tiempos que vendrán de goce en sí mismos pertenecen a los poetas y no a los filósofos.
Como podemos apreciar en este cuento el poeta es un artista que se mueve por la intensidad de su espíritu, saca a relucir todo su talento a través de versos que espera sean escuchados pero las personas tienden a no valorizar su arte y muchas veces a ignorarlo como este rey que no supo apreciar la intención de sus palabras. El poeta no es solo parte de una colección, representa la perseverancia, la pasión y el amor por la literatura y los sentimientos tal como lo demuestra cuando se está muriendo de frio y hambre en el jardín pero sin perder la esperanza de que el próximo día fuera mejor.


Lissette Cubillos

Arte moribundo



“El rey Burgués” es un cuento de Rubén Darío que se encuentra dentro del libro denominado “Azul”. Este texto fue lanzado en Valparaíso en 1888 en medio de un turbulento proceso de cambios tanto históricos como intelectuales centrados en Latinoamérica.

La historia trata sobre un rey coleccionista, que poseía infinidad de objetos y seres a los que él atribuía valor artístico, además de esto poseía un inmenso palacio dotado de exóticas maravillas y características inigualables. En el palacio, el rey se encontraba siempre rodeado por sus súbditos y expertos en arte, filosofía, baile, etc. Era así como el éste pasaba monótonamente sus días, hasta que llevaron ante él a un personaje totalmente desconocido, un poeta.

Nuestro cuento nos habla sobre la lucha del hombre contra la sociedad, esta lucha se ve representada por el conflicto existente entre el rey y el poeta que respectivamente simbolizan a la sociedad pomposa y aristocrática y al hombre del pueblo que debe luchar constantemente para conseguir el pan de cada día.
En el cuento “El rey Burgués” nos encontramos con una clásica disyuntiva presente tanto en la vida cotidiana como en variadas obras literarias, con esto me refiero a que muchas veces se genera la problemática de no saber qué es lo que realmente importa; si la riqueza y en general todo lo material o lo sublime[1] e inmaterial, lo que no podemos medir ni pesar. A lo largo de la obra esta idea se va desarrollando por medio de los personajes, por un lado tenemos al  rey, que es un personaje orgulloso, acaparador por excelencia que gusta de las reglas y la rutina, es un monarca gozoso de opulencia y sin embargo, carente de todo sentido artístico o estético. Por otro lado, tenemos al poeta, personaje pobre, pero  desbordante de luz, belleza y esperanzas de encontrar un “ideal” en el porvenir.

Cuando el rey y el poeta son puestos en contraposición es que el conflicto comienza a desencadenarse: “Un día le llevaron una rara especie de hombre ante su trono, donde se hallaba rodeado de cortesanos, de retóricos y de maestros de equitación y de baile”. El rey desconocía totalmente a este “tipo” de hombre, pues no tenía ninguna semejanza con él mismo, ni con los seres que lo rodeaban en la corte, este hombre era muy diferente a todo lo que él conocía, era un individuo de espíritu libre, virtuoso por naturaleza, talentoso y totalmente ajeno de las reglas y los estereotipos. El poeta[2], nace poeta y se va forjando a través de las enseñanzas de la naturaleza y la vida, el poeta no necesita de maestros, pues embellece el mundo por medio del verso y de la palabra que habita en su alma, el poeta no necesita de oro o diamantes, no requiere de abrigos aterciopelados o zapatos lustrosos de charol, pues su riqueza reside en su modo de ver el mundo, en la manera de seguir adelante sin dejarse corromper por la avaricia o la ambición. Esto se demuestra cuando el poeta dice al rey:

¡Señor, el arte no está en los fríos envoltorios de mármol, ni en los cuadros lamidos, ni en el excelente señor Ohnet! ¡Señor! El arte no viste pantalones, ni habla en burgués, ni pone los puntos en todas las íes. Él es augusto, tiene mantos de oro o de llamas, o anda desnudo, y amasa la greda con fiebre, y pinta con luz, y es opulento, y da golpes de ala como las águilas, o zarpazos como los leones. Señor, entre un Apolo y un ganso, preferid el Apolo, aunque el uno sea de tierra cocida y el otro de marfil”.[3]

Para el rey nada de esto tiene sentido alguno, pues solo se deja cautivar por lo que puede poseer, lo que puede ver y tocar y agregar a su deshumanizada colección; mujeres, aves, pinturas, esculturas, lacayos, animales, todo pierde su sentido al caer en sus manos porque es como un niño que adquiere juguetes para sentirse mejor y sin embargo, va perdiendo el interés en ellos al ir adquiriendo juguetes nuevos,  todo lo pasado queda abandonado y olvidado en cualquier sombrío rincón. Y es lo que finalmente ocurre con nuestro poeta, ya que el rey, siguiendo la idea insidiosa del filósofo lo condena a dar cuerda  a una caja musical ubicada en uno de sus tantos jardines. Fue así como el rey pudo acallar el ímpetu del poeta, encadenándolo hasta el final de sus días en una actividad monótona y carente de novedad, pues dicha “actividad”  no permitía al poeta generar creación alguna y solo logró hundirlo lentamente en la desesperanza y la miseria totalmente opuesta a su luminosa naturaleza: “…Y llegó el invierno, y el pobre sintió frío en el cuerpo y en el alma. Y su cerebro estaba como petrificado, y los grandes himnos estaban en el olvido, y el poeta de la montaña coronada de águilas, no era sino un pobre diablo que daba vueltas al manubrio…”

La muerte fue lo único que pudo calmar la desolación de aquel “pobre” poeta, lo único que pudo hacerlo volver a sus cimientos, ya que a final de cuentas la naturaleza no entristece: “…al día siguiente, lo hallaron el rey y sus cortesanos, al pobre diablo de poeta, como gorrión que mata el hielo, con una sonrisa amarga en los labios…”

A modo de conclusión solo nos queda decir que la muerte fue la victoria del poeta por sobre los deseos del rey, ya que ese fue el modo en que éste pudo librar su alma del tirano, viajando hacia los confines de la eternidad donde ya nadie podría atarle las alas, ni mucho menos las ideas; transportándose a una dimensión donde la libertad es la esencia que conecta todo.

Valentina Medina



[1]Esta línea de lo sublime fue desarrollada por el idealismo alemán con Immanuel Kant, que señala en “Lo Bello y lo sublime”  la Crítica del Juicio del Gusto según sus percepciones:"El sentimiento de lo sublime es, pues, un sentimiento de displacer debido a la inadecuación de la imaginación en la estimación estética de magnitudes respecto a la estimación por la razón, y a la vez un placer despertado con tal ocasión precisamente por la concordancia de este juicio sobre la inadecuación de la más grande potencia sensible con ideas de la razón, en la medida en que el esfuerzo dirigido hacia éstas es, empero, ley para nosotros.", http://es.wikipedia.org/wiki/Sublime, 21 de junio, 2012.
[2] El poeta representa al hombre diferente que no es parte de la hogeneización, al hombre que va siendo devorado por la autonomización y la modernización, al hombre que prefiere una tempestad antes que una locomotora. Julio Rama, Desencuentros de la modernidad en América Latina, Pág. 8 y 10, editorial Tierra Firme.
[3] Cfr., en “El rey burgués” de Rubén Darío en “Azul”,