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viernes, 4 de mayo de 2012

Más allá de lo humano y lo divino.




El cuento que decidí analizar es “El corazón delator” de Edgar Allan Poe, pues es una  de sus obras narrativas más destacadas y además  fue el primer cuento que llegó a mis manos de este maravilloso escritor. Poe me gusta porque el modo en que él escribe ciertamente me apasiona, de hecho es uno de los pocos autores que logra captar totalmente mi atención y me transporta dentro de sus historias, obligándome a utilizar de lleno mi atrofiada imaginación. Él conoce la fórmula perfecta para atrapar a cualquier persona y convertirla en un incansable lector.  Es gracias a sus cuentos macabros, sus escenarios misteriosos y sus temáticas sombrías sobre la naturaleza humana que logra llegar hasta lo más profundo de las entrañas, donde no se puede negar quienes somos ni lo que podemos llegar a ser.
El nombre  original de este cuento es The Tell-Tale Heart, por lo mismo es que traducido al español también lo encontramos por el nombre de El corazón revelador. Como ya lo mencioné anteriormente, este cuento fue escrito por el autor norteamericano Edgar Allan Poe destacado por sus variadas obras de estilo gótico. 
El corazón delator, fue  publicado por primera vez en el periódico literario “The Pioneer”, en enero de 1843, posteriormente fue republicado en el periódico del propio Allan Poe, llamado “The Broadway Journal” en  1845.
El argumento de la obra es un crimen, como es típico de los cuentos de Poe, que nos sumerge con bastante facilidad en mundos fantásticos, llenos de elementos “oscuros”. Estos elementos son propios del “Romanticismo oscuro” que es un subgénero literario que nace en el siglo XIX a partir de un movimiento filosófico, llamado “Trascendentalismo” y trata la temática del pesimismo en la naturaleza humana, reflejada en cada uno de los textos de este escritor. Es por esto que la mayoría de los personajes de los relatos de Poe son seres al límite, seres fácilmente capaces de ser corrompidos por los pecados y las tentaciones, como es el caso de este metódico hombre que decide asesinar al anciano con ojo de buitre (protagonista del corazón delator).
Es otra de las razones de haber escogido un texto de este autor, pues me fascina la facilidad con la que logra hilar a cada uno de sus personajes, creando narraciones perfectas en las que ningún detalle sobra o está puesto al azar, pues a medida que nos vamos adentrando en su literatura, nos damos cuenta de que cada dato que coloca, luego nos lleva a algún nuevo hecho o conclusión que nos ayuda a dilucidar el misterio que se nos planteó al comienzo.
Al principio de la obra el personaje principal que no posee nombre, ni una relación certera con el personaje secundario parte indicando con vehemencia que no está loco y que su único problema es que siempre ha sido tremendamente nervioso (para justificar de este modo el crimen que ha cometido). Si nos fijamos detenidamente, en la mayoría de los cuentos de Poe, él hace alusión a las obsesiones humanas, al modo en que las personas pueden llegar a perder la cabeza a causa de determinados factores, factores que acaban cruzando la delgada línea existente entre la locura y la cordura.  De hecho, en esta obra lo que más recalca el protagonista es su supuesta cordura o normalidad, cuando realmente a medida que avanza su relato con una calma tan fría e inhumana lo único que logra demostrar es su falta de juicio a través de la culpabilidad del crimen cometido con suma agudeza y premeditación y sin embargo sin ninguna motivación, fuera de la oscura obsesión y desagrado que le producía el “ojo de buitre” del anciano. “Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra!
Como ya se mencionó anteriormente en este cuento se hace escasa alusión a la relación existente entre los personajes, además de omitir sus nombres puede que esto fuera para que el lector se centrara más en los hechos y el  en contexto más que en los personajes en si, pues si hay algo que se encuentra plenamente desarrollado en la esta obra literaria es el espacio y el modo en que ocurren las cosas. Lo que más se resalta es la implacable obsesión que produce en el personaje principal algo tan sencillo como un ojo o los latidos de un corazón.
Otra de las cosas que llama la atención en este cuento es que no está ordenado cronológicamente, pues al inicio se da una conversación donde el protagonista narra el modo en que cometió el crimen, además de sus razones, entonces nos damos cuenta de que no es el comienzo de la historia, sino el final, pues en esa conversación  el personaje principal se está confesando con los policías que llegaron hasta su residencia para indagar sobre lo sucedido.
A medida que seguimos con la lectura del dicho cuento, nos encontramos con una segundo obsesión, que acaba gatillando  en el asesinato del anciano y volcando en él toda la ira del protagonista, con esta segunda obsesión, nos referimos al sonido que producían los latidos del corazón de la víctima, latidos que acabaron sellando su destino, así como también el destino del victimario.  Cosa que también ocurre en otro de sus cuentos más famosos El gato negro, recordemos que en este cuento, publicado en 1843, también nos encontramos con un crimen propio de los más bajos instintos humanos, que desencadena en una “suerte de tragedia” tanto para la víctima, como para el victimario. En el caso de El corazón delator, son estos latidos los que acaban comprobando su falta de juicio, además claro de su innegable culpabilidad, pues al término del relato el protagonista ya no aguanta más el latido que aún después de muerto, sigue produciendo el ruido infernal que tanto le atormenta y finalmente lo hace dejar de fingir y revelar tanto el crimen como el lugar donde estaban ocultos los restos de su víctima “-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí! ¡Donde está latiendo su horrible corazón!”


 
Por Valentina Medina.

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