La ventana

...
Subscribe:

Sample text

Social Icons

Sample Text

Social Icons

miércoles, 2 de mayo de 2012

La gota de infinita soledad.




En  este cuento de Hans Christian Andersen podemos apreciar el espejo deformante de la realidad por medio de la lupa y del agua, el agua que es incontrolable, que ingresa hasta por el más mínimo espacio, es en esta gota de agua donde se encuentra todo el mundo, un mundo entero en una ínfima molécula, algo que por cierto es muy barroco, al igual que la imagen de la lupa que nos transmite la idea de que las cosas van a depender del cristal con el cual se miren.
Según “La poética del espacio” de Bachelard nuestra imaginación, en este caso la imaginación del autor, “huye del objeto próximo y enseguida está lejos, en otra parte, en el espacio de la otra parte”. “Cuando esa otra parte es natural, cuando no habita las casas del pasado, es inmenso”  lo que nos lleva a esta gota de agua que nos traslada fuera del mundo próximo, este mundo diminuto que esta etiquetado con un signo de infinito, un mundo tan inmenso como el nuestro.

También podríamos ver algunos poemas de Baudelaire donde este relaciona lo ínfimo, la gota de agua, con lo infinito, el agua en “La poética del espacio” hace referencia a la soledad. Andersen desde el inicio del cuento busca la crítica social que se manifiesta con toda su fuerza al final del cuento, quizás por esto elige el agua como el elemento que contiene todo un universo en su interior, a pesar de que se muestra un mundo completo, un mundo formado por millones de personas, todas estas se encuentran en una absoluta soledad por medio de sus actitudes hacia los demás.

En el primer párrafo encontramos una correspondencia arriba-abajo típica de la literatura infantil, el brujo que aparecerá más adelante en la historia mira todo desde arriba, casi como un Dios, ya que ve todo lo que hay dentro de la gota como algo mínimo comparado con su existencia, solo ve minúsculos animales que no hacen nada más que dañarse, pero que sin embargo, son felices.
El primer brujo de nuestra narración o Crible-Crable es un personaje acaparador, es un personaje genérico que siempre consigue lo que quiere sin importar lo que deba hacer para conseguirlo. El anciano se pone a pensar en que puede hacer para qué estas criaturas vivan en paz, proyectando de esta forma una imagen de redentor, y es aquí cuando debe acudir a la brujería para cumplir sus propósitos, vierte un líquido similar al vino sobre los animalitos, el cual hace que estos queden de un color rosado, haciéndolos similares a un montón de humanos desnudos, proyectándonos de esta forma dos imágenes; primero, la imagen de la alquimia que busca transformar el oro en plomo, o en este caso un montón de animales en personas, que lamentablemente, a pesar del cambio en su apariencia, siguen siendo tan salvajes como lo eran en un inicio, es importante explicar que la alquimia funciona bajo una ley de estados equivalentes en la que para obtener algo se debe otorgar algo a cambio, en este caso se pierde la racionalidad de los seres humanos; y segundo, la historia del mundo, la teoría de la evolución.
A lo largo de la historia se une otro brujo al proceso de observación, este último no tiene nombre, propiedad  generalmente otorgada a aquel personaje que es figura o representación del mal; aquí se nos está presentando el conflicto judaico de las fuerzas del bien y del mal, y de cuál de estas dos potencias es la que finalmente se queda con el control de este mundo que se encuentra en medio de este conflicto universal. A nuestro hechicero innominado se le hace el tentador ofrecimiento, por parte de Crible-Crable, de regalarle la gota de agua si adivina que es lo que hay en su interior, pero se le hace la advertencia previa de que no será muy fácil acertar. Lo que el hechicero innominado pudo apreciar fue algo “comparable a una ciudad donde toda la gente corría desnuda”, un lugar en el que todos se hacían daño, donde todos peleaban por el lugar del otro, un lugar en el que incluso al más indefenso y tranquilo (la doncella) se le quitaba su paz para llevarlo directo a la muerte.
Además de hablar del espejo deformante que podría ser el agua, encontramos otro espejo, según el análisis que hace Bachelard de Baudelaire “el destino poético del hombre es ser el espejo de la inmensidad”, o más exactamente todavía: la inmensidad viene a tomar conciencia de ella misma en el hombre, por eso es que la mínima gota de agua y la humanidad que encontramos en su interior configuran este vasto mundo reflejo del nuestro.

Sin lugar a dudas este cuento no es más que una sátira de la sociedad. Es importante señalar que la vida de pobreza que tuvo Andersen durante su infancia, quizás influye en gran manera en sus cuentos, ya que son varias las obras de este autor en las que de una u otra forma se lleva a cabo una crítica social y precisamente esto es lo que encontramos aquí. El segundo brujo identifica lo observado como “Copenhague o como cualquiera otra gran ciudad” haciendo referencia al estado deplorable en que se encuentra la humanidad en la época, una sociedad donde nadie respeta a los demás, donde intentamos eliminar al otro casi como un medio de supervivencia para así poder escalar más alto.
No podemos olvidar que este es un cuento infantil y que la aparición de la magia, de una doncella y de los brujos configura un estado medieval típico de este tipo de literatura, aunque hemos podido ver que en el fondo la narración va mucho más allá de una simple lectura para niños. Andersen nos plasma la visión que tiene él, y que tal vez varios compartimos, de la sociedad, la sociedad de su época,  la sociedad  actual y probablemente la del futuro, donde por medio de una falsa felicidad ocultamos nuestro sentido de soledad, una sociedad que en palabras del anciano brujo Crible-Crable no es nada más que “agua del charco”.


Por Gabriel Soto 

0 comentarios:

Publicar un comentario